¿Dar jugo?, ¿Mojarse el potito?: Revise los 18 dichos chilenos más populares y sus orígenes

Selección dieciochera de Publimetro. Con la ayuda del profesor Héctor Velis-Meza y su libro “Dichos, frases y refranes con historia”, realizamos un compendio de frases típicas, esas que más nos identifican como chilenos.

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1. A calzón quitado: Es conversar con precisión y franqueza. La frase habría surgido de la antigua costumbre de castigar a los niños en los colegios por una falta muy grave, por la cual debían bajarse los “calzones” para recibir palmetazos o chicotazos en el trasero.

2. Andar con la mona: Es cuando alguien se ha embriagado de tal modo, que ya casi no se sostiene en pie. Cuando se conocieron los simios en España, llamó la atención la forma cómo se desplazaban, con movimientos poco armónicos y vacilantes en apariencia.

3. Caído del catre: Así se le llama despectivamente al torpe. La frase se originó por observación, pues es habitual que los niños más inquietos se caigan de la cama mientras duermen. Antes a aquellos más lentos para reaccionar, se les decía que, de lo mucho que se habían caído del catre, habían quedado con daño cerebral.

4. Estar que corta las huinchas: Es cuando alguien tiene muchísimos deseos de hacer algo. La historia  está ligada a la hípica y recordaría los tiempos en que los hipódromos no contaban con partidores automáticos. Los jinetes esperaban la orden de partida detrás de una huincha, ante la inquietud de los caballos. Al momento de la largada, la huincha se soltaba.

5. Dar jugo: Modismo que significa decir necedades e incoherencias, dar la lata. Su origen se asocia a la actitud del borracho, que cuando toma en exceso empieza a decir incongruencias; comparándolo con la fruta demasiado madura que cuando está a punto de pudrirse suelta una especie de jugo.

6. Estar arriba de la pelota: Andar borracho o drogado, pero no al extremo de perder el sentido. Caminar vacilante, el cuerpo se balancea de un lado a otro. No se coordinan bien las ideas, pero se derrocha euforia. Se le dice a alguien porque se mueve de manera parecida a como lo hacen quienes realizan piruetas en los circos sobre esferas de gran tamaño.

7. Maestro chasquilla: El vocablo “chasquilla” surgió de una voz quechua que quiere decir desarreglado. En Chile, se les llama así a los maestros que hacen de todo, pero sin la prolijidad debida. La frase empezó a usarse como consecuencia del aspecto desaliñado que presentaban algunos electricistas, gasfíteres, pintores y carpinteros en el pasado.

8. Marca chancho: En 1930 se hizo famosa una cerveza que tenía un nombre inglés: Pig (chancho en castellano). Esta inspiró a unos fabricantes de cigarrillos muy baratos y de calidad incierta para crear una variedad de tabaco que identificaron como cigarrillos “Marca Chancho”. Así nació el calificativo peyorativo para referirse a productos de origen dudoso.

9. Me importa un pucho: Este vocablo proviene de la voz mapudungún “puchum”, referido a las sobras o residuos de algo. Partiendo de esta palabra, apareció en el lenguaje popular la frase “me importa un pucho” para indicar que algo no tiene valor o no es digno de consideración.

10. Ojo al charqui: Charqui es una palabra quechua; con ella se denominaban a la carne cortada en lonjas delgadas, que se salaba y se secaba al sol. Para que no se lo robaran otras personas o animales, era necesario vigilarlo permanentemente. Así nació esta frase, que se emplea para advertir que algo debe ser supervisado con especial atención.

11. Chancho en piedra: En este caso se habría producido una alteración con la palabra chancho. En sus orígenes la expresión habría sido “chanco” en piedra, en atención a que el tomate que se emplea en su preparación… se “chanca” o tritura junto a los otros ingredientes, como la cebolla y los aliños, en una piedra tallada para este efecto.

12. Patas negra: Se refiere al amante furtivo, que programa sus “visitas” cuando el marido no está en casa. Recibe este nombre porque cuando tiene que huir, muchas veces no alcanza a vestirse y sólo se pone los calcetines, generalmente “negros”. Otra versión habla de un minero de Lota, quien visitaba a la esposa de su jefe, llegando con los pies descalzos y teñidos por el carbón.

13. Quedar como chaleco de mono: Es terminar muy mal, luego de una situación desastrosa. La expresión se origina en las vestimentas de los simios que acompañaban a los organilleros. Estos trajes constaban de unos chalecos harapientos y andrajosos que se caracterizan, para colmo de males, por sus colores chillones de mal gusto.

14. Sacar la ñoña: Cuando a alguien le dan una paliza descomunal. Para comprender esta expresión es necesario tener presente que la “ñoña” -de acuerdo con el castellano antiguo- es el excremento de las aves domésticas. Por lo tanto, cuando a alguien es golpeado sin piedad, llega al extremo de que no puede retener los excrementos.

15. Vale callampa: Se refiere a personas y cosas por las que no se siente ninguna consideración ni estima. Aludiría al escaso valor asignado a ciertas viviendas precarias de las zonas suburbanas, pero otra apunta a los flippers, en cuya parte inferior hay dos “callampas” que cuando las golpea la bola no asignan puntaje.
   
16. Bailar con la fea: Significa que alguien debió soportar estoicamente un contratiempo o tolerar una situación desagradable. Esta frase comenzó a gestarse en las fiestas del pasado, cuando las mujeres esperaban sentadas a que las invitaran a bailar e iban saliendo a la pista en orden descendiente de belleza y simpatía. Antes, la caballerosidad no permitía que una mujer se quedara sin bailar, aunque fuera fea.

17. Dar huaraca: Vocablo de origen quechua que significa honda, aunque el español le llama así a la lienza con que se envuelve el trompo para hacerlo bailar. Dar “huaraca” puede aludir a vapulear a una persona. La frase nació en las competencias de juegos tradicionales chilenos, cuando les correspondía competir a los expertos en hacer bailar el trompo. Los asistentes gritaban: ¡dale huaraca!.

18. Mojarse el potito: Significa atreverse, aventurarse, decidirse a hacer algo donde se corren riesgos. La frase fue creada en el campo, cuando había que cruzar a caballo un estero o un río y su profundidad se desconocía. En esa circunstancia era frecuente que alguien exclamara parece que nos vamos a tener que “mojar el potito”.

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